Estamos bastante vivos
(Pepe Pelayo)
Voy a hablar de un terremoto grado 8 en Santiago y 8.8 en el sur (con olas de 10 metros entrando en las poblaciones), por donde fue el epicentro. Voy a hablar del sexto terremoto
más grande de la Historia de La Humanidad. Mucho más grande que el de Haití, para dar una idea.
Esa noche vimos por televisión el Festival de Viña del Mar. Disfrutamos de un recital de Ricardo Arjona. Al final, de la madrugada, comencé a ver una película por un canal de cable, medio dormido y a las 3 y media (más o menos) comienza la cosa.
Yo, en estos 18 años viviendo en Chile, he vivido decenas de temblores. Uno se acostumbra
a que se mueva todo y espera que se calme en menos de un minuto. Esta vez no fue así.
Duró dos minutos y cada varios segundos parecía calmarse y regresaba con más fuerza.
Vivo en el piso 7 de un edificio en el barrio Las Condes, en Santiago de Chile. El edificio
era yerbita al viento. Nunca podré explicar bien lo que sentí. El movimiento caótico del
cuarto y el ruido, incluyendo las cosas que se caían, eran terrorífico. Llegó un instante
en que me rendí a la idea que se desplomaba el edificio, tipo Torres gemelas.
Sin histeria, sin exageración: en ese momento, agachado al lado de la cama, pensé en mis
seres queridos, me lamenté de no despedirme en vivo de ellos y después me concentré en tener
la mente clara para saber qué hacer en la caída, como proteger a Mireya, mi esposa.
Nunca en mi vida había pasado un susto como ese.
Después de ver a mi hijo Axel muriéndose cuando casi se ahoga a sus 6 años, este fue el
evento más duro que he vivido.
Por suerte, estamos vivos.
Salimos entonces con mi ordenador portátil en la mano (mi obra literaria y mi vida
están en él) y nos sentamos frente a nuestro edificio, junto a los demás vecinos. A las 6 de
la mañana entramos y vimos que los adornos, los cuadros, las macetas y sobre todo nuestra
biblioteca entera (más de mil libros), con estantes y todo armaba una montaña enredada
en el suelo.
Durante todo ese tiempo estuve marcando mecánicamente el celular para contactar
a Axel y a Matías (hijo mayor de Mireya. Alex y los demás hijos de Mireya están fuera
del país), también a nuestros nietos, a mi amigo Aramís, a mi suegro, a Edenia (madre
de mis hijos) y otros amigos.
Axel estaba cubriendo el Festival en Viña y fue difícil hablar con todos, porque colapsan las
líneas.
Sin luz, nos quedamos en el apartamento. Pero también soportando más de noventa
réplicas. Para los que no saben, las réplicas son nuevos movimientos menores que se
producen después del sismo.
Pero, ojo, hemos sufrido réplicas imperceptibles, pero también réplicas de hasta grado
7. Es decir, hemos sufrido réplicas ¡mayores que el terremoto de Haití!
Ahora a las 8 y 30 de la mañana hubo una de 6.3 grados, donde tumbó nuevas casas en
el sur. (Más de un millón y medio de casas afectadas y más de 300 muertos, pero sobre todo
en el campo).
Anoche llegó la luz y pudimos dormir, hasta las 4 de la mañana que nos despertó otra réplica.
Debo decir que me ha impresionado lo bien preparado que está este país para soportar
esto. Imagínense un terremoto tan desproporcionadamente grande como éste y en Santiago,
con 8 grados, sólo tres edificios en barrios de pobres (por supuesto) se hicieron inhabitables.
Santiago tiene más de 7 millones de habitantes y los muertos fueron muy pocos
(un infarto, a uno que le cayó un muro encima). Claro, autos escachados, el techo del aeropuerto
y algunos tramos de carreteras destruidas, etc.
Pero, repito, no es nada comparado con lo que pudo pasar.
Claro, en las ciudades y pueblos en el sur sí fue peor, porque hay más pobreza y son
casas de adobe, etc. y en general están menos preparados.
Y además los maremotos (olas de 10 metros que entraron) dejaron más destrucción. Porque para mí, ni cinco huracanes al mismo tiempo “le ganan” a un terremoto como éste. Pero
sí creo que un maremoto o una buena inundación es lo único peor al sismo.
Pero insisto, los cientos de edificios altísimos de Santiago están ahí intactos. En mi barrio
parece que no sucedió nada, excepto las cosas que se cayeron dentro de los apartamentos
y algunas rajaduras de los yesos que adornan las paredes y los techos.
Bueno, pensé que era el fin del mundo, pero ahora estoy seguro que ya pasamos la
prueba y nunca se caerá mi edificio.
Sólo que quedé marcado con este horrible recuerdo para
siempre.
Gracias por preocuparse por nosotros. No es necesario que nos manden nada. No
nos hace falta nada. Sólo sean caritativos y dígannos que nos quieren. Eso sí nos hace falta,
porque el único sismo que mantenemos es el nervio... el nerviosismo.
Un abrazo grande. Se les quiere mucho.
Pepe Pelayo Pérez, es escritor, actor y humorista chileno-cubano y escribió estos
apuntes especial para Siglo21.
viernes, 5 de marzo de 2010
Miau, el blog de Cuatrogatos
libros para niños y jóvenes
Reporte 7
No habíamos hecho más reportes porque la conexión con Internet es muy difícil. Aprovechamos que ahora está funcionando para teclear a las carreras estas líneas.A causa del terremoto, el Congreso vio afectado el programa académico previsto para su etapa final. Sin embargo, ayer sábado, de una manera no oficial, los participantes se reunieron en un salón del hotel Plaza San Francisco y se leyeron varias de las ponencias pendientes de exposición. Entre ellas, las de Sergio Andricaín, sobre la experiencia de Cuatrogatos, y la de Roberto Sotelo sobre Imaginaria. El Museo de Arte Contemporáneo, donde se estaban realizando las actividades centrales, se vio afectado por el sismo. Y, además, como es lógico, las autoridades del país suspendieron todos los eventos masivos. Para empezar ese día, los participantes en el Congreso hicimos un minuto de silencio como homenaje a las víctimas del terremoto.Anoche hubo una cena, no de gala, como estaba previsto originalmente, pero sí muy cálida, donde se "clausuró" el Congreso y se lanzó una invitación a la próxima edición, que se llevará a cabo en el año 2012 en Bogotá, Colombia.Por lo pronto, seguimos en el hotel, en espera de que se reanuden los vuelos y podamos volver a nuestros países. El aeropuerto sufrió daños y suponemos que mañana haya algún anuncio del gobierno sobre ese tema. Muchas de las personas que estaban hospedades en los pisos superiores del hotel, han sido ubicadas en habitaciones de pisos más bajos. Las "réplicas" han sido numerosas, pero ya casi empezamos a habituarnos a que el piso se mueva unos segundos. Anoche alguien nos comentaba que este blog de Cuatrogatos debería llamarse "La Réplica". Algunos participantes tienen planes de viajar por tierra hasta Mendoza, aunque las autoridades han recomendado no viajar por carretera por ahora.Hay que tener paciencia.Acá, en Santiago de Chile, la escritora Elena Dreser acaba de recibir la noticia de que es abuela por segunda vez. ¡Felicidades!
Ana María Machado en Globo.com
Terremoto foi 'assustador', relata escritora Ana Maria Machado (Globo.com)
Brasileiros foram ao Chile para congresso de literatura infanto-juvenil.
Brasileiros foram ao Chile para congresso de literatura infanto-juvenil.
Grupo está bem e aguarda restabelecimento de voos ao Brasil.
Um grupo de autores e profissionais ligados ao setor editorial brasileiro continua em Santiago à espera de poder voltar ao Brasil depois do terremoto que abalou o Chile na madrugada de sábado. Como o aeroporto local permanecia fechado até este domingo (28), não há ainda perspectiva de regresso, conforme relataram alguns dos viajantes à reportagem do G1.
Segundo José Castilho Marques Neto, diretor-presidente da Fundação Editora da UNESP, os cerca de 40 brasileiros que foram ao Chile para o Congresso Ibero-americano de Língua e Literatura Infantil e Juvenil (Cilelij) estão bem, apesar do susto sofrido com o terremoto deste sábado (27).
Leia mais notícias sobre o terremoto
“O momento é muito assustador, não ter terra firme. E durou muito tempo, quase três minutos”, disse a escritora Ana Maria Machado, integrante da Academia Brasileira de Letras. Ela estava em seu quarto de hotel quando o primeiro tremor começou, na madrugada deste sábado. Um hóspede peruano, mais habituado a situações como esta, a orientou a calçar os sapatos para sair do hotel, já que havia muitos cacos e material pontiagudo pelo chão.
Segundo José Castilho Marques Neto, diretor-presidente da Fundação Editora da UNESP, os cerca de 40 brasileiros que foram ao Chile para o Congresso Ibero-americano de Língua e Literatura Infantil e Juvenil (Cilelij) estão bem, apesar do susto sofrido com o terremoto deste sábado (27).
Leia mais notícias sobre o terremoto
“O momento é muito assustador, não ter terra firme. E durou muito tempo, quase três minutos”, disse a escritora Ana Maria Machado, integrante da Academia Brasileira de Letras. Ela estava em seu quarto de hotel quando o primeiro tremor começou, na madrugada deste sábado. Um hóspede peruano, mais habituado a situações como esta, a orientou a calçar os sapatos para sair do hotel, já que havia muitos cacos e material pontiagudo pelo chão.
Apesar de ter sido abalado, o hotel em que estava a escritora não sofreu abalo estrutural, conta. “Tivemos muita sorte. Podia ter sido muito pior”, comenta, referindo-se aos milhares de chilenos que foram afetados de forma muito mais grave pelo desastre. Lygia Bojunga Nunes, que assim como Ana Maria Machado já ganhou o Prêmio Hans Christian Andersen, considerado o mais importante do mundo para a literatura infantil, está hospedada no mesmo local, no centro da capital chilena. “Foi uma experiência muito forte para todos nós brasileiros”, conta Lygia. “O hotel sofreu várias rachaduras, mas tem estrutura muito sólida. Nada de muito grave aconteceu”, concluiu. Castilho, da Editora Unesp, conta que neste sábado representantes do grupo foram até a embaixada brasileira em Santiago para notificar sua presença no país, mas não foram recebidos. “A nossa preocupação é que não tenhamos nenhum tratamento privilegiado. Queríamos dizer que estamos aqui. Ser lembrados caso houvesse algum voo de resgate”, apontou. “Algumas destas pessoas são monumentos da literatura brasileira”, acrescenta. A embaixada entrou em contato com o grupo neste domingo, segundo informa Castilho.
O Cilelij foi suspenso devido ao terremoto.
O Cilelij foi suspenso devido ao terremoto.
Juan Villoro en CNN México
Juan Villoro cuenta desde Chile,
cómo sobrevivió al terremoto del sábado
Martes, 02 de marzo de 2010 a las 21:12
SANTIAGO (CNNMéxico) — Asistió a Chile para participar en el Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, y lo sorprendió una historia aterradora.
El escritor Juan Villoro, recientemente galardonado con el premio Rey de España por un reportaje sobre el narcotráfico en México, se convirtió en uno más de los protagonistas de las escalofriantes crónicas del terremoto de 8.8 grados Richter del país sudamericano.
En el piso siete de un hotel de Santiago, mientras dormía en el tradicional Hotel San Francisco, el movimiento telúrico lo despertó súbitamente. Durante la sacudida de la tierra hubo momentos en los que estuvo convencido que iba a morir.
"Fue una impresión brutal. Pensé que era muy difícil que sobreviviéramos. Por la experiencia de los terremotos en México y por la sacudida de esta fuerza que tuvo el terremoto aquí en Chile pensé que muy difícilmente sobreviviríamos", declaró el escritor a la agencia Notimex.
Villoro relató que al principio creyó que estaba en medio de una pesadilla en la cual un terremoto lo atrapaba en la ciudad de México, donde vivió el sismo de 1985, pero en pocos segundos se dio cuenta que estaba en Chile, un país de alta sismicidad.
"Fue una sacudida terrible, yo había vivido el terremoto del 85 en México, pero sin duda este fue de una magnitud muy superior. Estaba yo en un séptimo piso, el edificio se comenzó a mover, a crujir, empezaron a caer botellas, libros por todas partes", recordó.
Eran las 03:34 horas locales (00:34 tiempo del centro de México) y el movimiento fue de menos a más, oscilante, intenso, interminable, nada lo detenía y Villoro dice haber dudado, aún sentado en la cama, si corría hacia las escaleras de emergencia en busca de la planta baja o si esperaba en su habitación.
"Traté de incorporarme pero me caí al piso. Me di cuenta que sería muy peligroso tratar de bajar por la escaleras porque no podía ni siquiera mantener el equilibrio", señaló el autor, quien figuraba entre los invitados especiales al Congreso de Literatura Infantil.
El crónista mexicano siguió con el relato diciendo que casi de inmediato, se generalizó en el ámbito del Hotel San Francisco, donde pernoctaban otros 34 mexicanos asistentes al congreso literario, "como un olor algo acre que después resultó ser polvo y yeso".
Fueron dos minutos de terremoto que parecieron una eternidad y que culminaron cuando el escritor abrió la puerta de su habitación y se encontró en el pasillo con otros compatriotas con los rostros lívidos y el pánico a flor de piel.
"Finalmente, cuando descubrimos con asombro que no nos había pasado nada, bajamos (al lobby y después a la calle) pensando que encontraríamos una ciudad devastada, pero la arquitectura chilena es extraordinaria", señaló.
En la calle, sobre la banqueta que da a la tradicional avenida Alameda Libertador O’Higgins, muy pronto se congregaron unos 400 extranjeros que habían asistido al congreso de literatura infantil y que estaban alojados en el mismo hotel.
"Ahí nos volvió el alma al cuerpo, ya en la calle, cuando vimos que todos estábamos bien", dijo Villoro, quien tenía previsto además participar esta semana en el V Congreso Internacional de la Lengua Española en el puerto chileno de Valparaíso, el cual se suspendió.
El escritor de 53 años de edad, autor de El testigo y Los once de la tribu, dijo que los aterrados huéspedes del Hotel San Francisco "de inmediato comenzamos a conversar entre nosotros y a compartir la experiencia".
"Entonces se dio una situación curiosa, al bajar a la banqueta, porque los 400 extranjeros nos reunimos por países, por grupos de compatriotas, a intercambiar las primeras impresiones", añadió el también autor de literatura infantil como "El libro salvaje".
Agregó que "estuvimos juntos, perfectamente unidos, intercambiando experiencias. Fue una especie de terapia de grupo. Naturalmente, había gentes en estado de pánico y muy nerviosos, unos más que otros".
Villoro y otros huéspedes reingresaron al hotel en busca de agua, pantuflas, cobijas y chamarras para quienes habían bajado en paños menores y tenían frío y a eso de las siete de la mañana, cuando ya había amanecido, algunos regresaron a sus habitaciones.
Unos más optaron por quedarse en el lobby y buscar otros hoteles con edificios menos altos para hospedarse.
De acuerdo con el escritor y colaborador habitual de diarios, revistas y suplementos culturales en México y Latinoamérica, los mexicanos "estamos bastante curtidos en terremotos, pero este susto sin duda nos sobrepasó a todos".
Dijo que de manera inmediata comparó el terremoto del pasado sábado con el que azotó en 1985 a la ciudad de México, el cual fue menos fuerte pero más devastador y cuyo horror "se fue incrementando a medida que descubríamos que había muchas víctimas".
En México "fue una situación terrible lo que vimos después, el "‘after shock’", mientras que "aquí fue todo lo contrario, fue una impresión brutal la sensación de estar vivos de milagro y la sorpresa adicional de que no hubiera tantos daños como temíamos que hubiera (por la violencia del movimiento)", sostuvo.
Al despertar el sábado, horas después de su reingreso al hotel, Villoro se percató que carecía de servicio telefónico, televisión e Internet, por lo que salió a la calle en busca de un cibercafé para avisar a su hija en México que se encontraba bien.
No habla con quejas de la forma en que ha vivido estos días porque, para la magnitud del desastre que ha ocurrido en el país y de la emergencia que viven millones de chilenos, "nos dimos cuenta de que estábamos en el mejor de los mundos posibles".
"De inmediato nos enteramos de lo que había pasado en Concepción (al sur de Chile, cerca del epicentro del terremoto), del tsunami (que devasto poblaciones costeras), de la gente que no tenía agua ni alimentos ni corriente eléctrica", dijo.
"Nos quedamos sin teléfonos, sin televisión, sin Internet, es decir, estábamos aislados, pero era algo a lo que podíamos sobreponernos", aseveró.
El único problema ahora para Villoro y los mexicanos que asistieron al congreso de literatura infantil es la incertidumbre del regreso a su país ya que el aeropuerto de Santiago permanece cerrado para los vuelos comerciales.
"Esa situación ha sido la que ha dado alguna angustia. Algunas personas (varadas en esta capital) están muy preocupadas, otras no tanto, pero desde luego que es una situación de menos gravedad que la que tienen otras personas en este país", consideró.
Con información de Notimex
Martes, 02 de marzo de 2010 a las 21:12
SANTIAGO (CNNMéxico) — Asistió a Chile para participar en el Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, y lo sorprendió una historia aterradora.
El escritor Juan Villoro, recientemente galardonado con el premio Rey de España por un reportaje sobre el narcotráfico en México, se convirtió en uno más de los protagonistas de las escalofriantes crónicas del terremoto de 8.8 grados Richter del país sudamericano.
En el piso siete de un hotel de Santiago, mientras dormía en el tradicional Hotel San Francisco, el movimiento telúrico lo despertó súbitamente. Durante la sacudida de la tierra hubo momentos en los que estuvo convencido que iba a morir.
"Fue una impresión brutal. Pensé que era muy difícil que sobreviviéramos. Por la experiencia de los terremotos en México y por la sacudida de esta fuerza que tuvo el terremoto aquí en Chile pensé que muy difícilmente sobreviviríamos", declaró el escritor a la agencia Notimex.
Villoro relató que al principio creyó que estaba en medio de una pesadilla en la cual un terremoto lo atrapaba en la ciudad de México, donde vivió el sismo de 1985, pero en pocos segundos se dio cuenta que estaba en Chile, un país de alta sismicidad.
"Fue una sacudida terrible, yo había vivido el terremoto del 85 en México, pero sin duda este fue de una magnitud muy superior. Estaba yo en un séptimo piso, el edificio se comenzó a mover, a crujir, empezaron a caer botellas, libros por todas partes", recordó.
Eran las 03:34 horas locales (00:34 tiempo del centro de México) y el movimiento fue de menos a más, oscilante, intenso, interminable, nada lo detenía y Villoro dice haber dudado, aún sentado en la cama, si corría hacia las escaleras de emergencia en busca de la planta baja o si esperaba en su habitación.
"Traté de incorporarme pero me caí al piso. Me di cuenta que sería muy peligroso tratar de bajar por la escaleras porque no podía ni siquiera mantener el equilibrio", señaló el autor, quien figuraba entre los invitados especiales al Congreso de Literatura Infantil.
El crónista mexicano siguió con el relato diciendo que casi de inmediato, se generalizó en el ámbito del Hotel San Francisco, donde pernoctaban otros 34 mexicanos asistentes al congreso literario, "como un olor algo acre que después resultó ser polvo y yeso".
Fueron dos minutos de terremoto que parecieron una eternidad y que culminaron cuando el escritor abrió la puerta de su habitación y se encontró en el pasillo con otros compatriotas con los rostros lívidos y el pánico a flor de piel.
"Finalmente, cuando descubrimos con asombro que no nos había pasado nada, bajamos (al lobby y después a la calle) pensando que encontraríamos una ciudad devastada, pero la arquitectura chilena es extraordinaria", señaló.
En la calle, sobre la banqueta que da a la tradicional avenida Alameda Libertador O’Higgins, muy pronto se congregaron unos 400 extranjeros que habían asistido al congreso de literatura infantil y que estaban alojados en el mismo hotel.
"Ahí nos volvió el alma al cuerpo, ya en la calle, cuando vimos que todos estábamos bien", dijo Villoro, quien tenía previsto además participar esta semana en el V Congreso Internacional de la Lengua Española en el puerto chileno de Valparaíso, el cual se suspendió.
El escritor de 53 años de edad, autor de El testigo y Los once de la tribu, dijo que los aterrados huéspedes del Hotel San Francisco "de inmediato comenzamos a conversar entre nosotros y a compartir la experiencia".
"Entonces se dio una situación curiosa, al bajar a la banqueta, porque los 400 extranjeros nos reunimos por países, por grupos de compatriotas, a intercambiar las primeras impresiones", añadió el también autor de literatura infantil como "El libro salvaje".
Agregó que "estuvimos juntos, perfectamente unidos, intercambiando experiencias. Fue una especie de terapia de grupo. Naturalmente, había gentes en estado de pánico y muy nerviosos, unos más que otros".
Villoro y otros huéspedes reingresaron al hotel en busca de agua, pantuflas, cobijas y chamarras para quienes habían bajado en paños menores y tenían frío y a eso de las siete de la mañana, cuando ya había amanecido, algunos regresaron a sus habitaciones.
Unos más optaron por quedarse en el lobby y buscar otros hoteles con edificios menos altos para hospedarse.
De acuerdo con el escritor y colaborador habitual de diarios, revistas y suplementos culturales en México y Latinoamérica, los mexicanos "estamos bastante curtidos en terremotos, pero este susto sin duda nos sobrepasó a todos".
Dijo que de manera inmediata comparó el terremoto del pasado sábado con el que azotó en 1985 a la ciudad de México, el cual fue menos fuerte pero más devastador y cuyo horror "se fue incrementando a medida que descubríamos que había muchas víctimas".
En México "fue una situación terrible lo que vimos después, el "‘after shock’", mientras que "aquí fue todo lo contrario, fue una impresión brutal la sensación de estar vivos de milagro y la sorpresa adicional de que no hubiera tantos daños como temíamos que hubiera (por la violencia del movimiento)", sostuvo.
Al despertar el sábado, horas después de su reingreso al hotel, Villoro se percató que carecía de servicio telefónico, televisión e Internet, por lo que salió a la calle en busca de un cibercafé para avisar a su hija en México que se encontraba bien.
No habla con quejas de la forma en que ha vivido estos días porque, para la magnitud del desastre que ha ocurrido en el país y de la emergencia que viven millones de chilenos, "nos dimos cuenta de que estábamos en el mejor de los mundos posibles".
"De inmediato nos enteramos de lo que había pasado en Concepción (al sur de Chile, cerca del epicentro del terremoto), del tsunami (que devasto poblaciones costeras), de la gente que no tenía agua ni alimentos ni corriente eléctrica", dijo.
"Nos quedamos sin teléfonos, sin televisión, sin Internet, es decir, estábamos aislados, pero era algo a lo que podíamos sobreponernos", aseveró.
El único problema ahora para Villoro y los mexicanos que asistieron al congreso de literatura infantil es la incertidumbre del regreso a su país ya que el aeropuerto de Santiago permanece cerrado para los vuelos comerciales.
"Esa situación ha sido la que ha dado alguna angustia. Algunas personas (varadas en esta capital) están muy preocupadas, otras no tanto, pero desde luego que es una situación de menos gravedad que la que tienen otras personas en este país", consideró.
Con información de Notimex
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